Estáis y se agradece

6/6/11

Como ellas...

No opino, opinad por mí,
tal vez  sepáis  qué decía mi alma
mientras fui pasando, observando la vida
desde ese exterior que mira, mientra se piensa
en quién la habitaba dentro...(alv)



Amiga de las altas cumbres, seguramente sabrás de "la humilde violeta" que a pesar de su belleza y aroma, siempre es pisoteada cuando crece a la vera de los campos y caminos. Sin embargo algunas prefieren el jardín,  ellas son felices floreciendo en el cantero circular si la lluvia las riega de vez en cuando, pero otras son como yo...


En el tiempo que creces el monte también crecía con la vida alrededor llena de insectos, de cantos de aves, croares de ranas y los broncos de los sapos. Todo era concierto de nocturnos; era tiempo de amor, de preguntas contestables y sencillas, sin saber del reloj ni del dolor; hoy las cosas no son así porque no están y el dolor es una nota que se clava dentro.


 El tiempo ha superado la ansiedad al convertirme en persona mayor, apenas ayer parecía anidar caricias maternas, sonidos de amanecer y aromas de madreselva; rizos al viento corría deseosa de subir a los árboles o columpiarme en sus ramas o, ir a mi rincón favorito a darle de comer a las arañas, sacar lombrices de tierra para ver cómo llegaban las aves hasta mis manos, arrebatándolas.  Y si me parecía, iba hasta el arroyo o el manantial y visitaba a las ranas, todos temían que pasara algo... pero ellas eran felices conmigo esperaban un premio... ¡Pobres moscas!


Son añosas  las cosas de los bienes  espirituales y terrenos,  tanto como mis recuerdos cuando aún permanecen en las veredas del jardín esperando mi vuelta... Yo sé como tú, que no es para mucho tiempo pero no quiero pensar en ello cuando el júbilo de una rosa recién abierta, es capaz de enamorar la mañana. Te contemplo en el recuerdo y te lloro entre cafetales, a pesar de saberte en otros campos muy diferentes, suspiro hondo tomando el aire que viene del río o de los pastizales; es inconfundible el aroma de las hierbas aromáticas que crecen a las orillas de los cercados, al de las otras pisoteadas por el ganado con su peculiar olor... ¡Cuántas violetas no se quejaban por ello!, siendo  adorno de los altos pastos y creciendo  al abrigo de las rocallas donde serpenteaba el arroyo, allí también iba el ganado a pacer y abrevar y ellas se sentían mutiladas. Por eso cuando me contemplo recorrer veredas entre los altos pastizales, me creo aún del estío y sé de la pertinaz llovizna tropical y del festival de silbidos o de la luz al volver el sol a iluminar el campo. Antes, siempre esperaba algo nuevo y bueno para la vida, entonces no conocía el mal del mundo.


Amor, siempre amor, sabrás de mí cuando en tus manos sientas hospedarse mi soledad sigilosa en el cuenco de tus manos, cuando sepas que la estancia de tu corazón está habitada de certezas; y que por esas alturas de tu mirada descienden desde tus turbias cumbres, una avalancha de sueños amalgamando poemas que nos dimos. Me sabes de la ternura, me conoces instaurada en tu pecho, respirando en el dolor de no verme el sentimiento que te sugiere el paisaje y sabes, que desde lo que no se ve a simple vista, hay una mirada inconsolable galopando distancias, saltando alambradas, marcando las brechas que llevan a los más profundos pensamientos aunque yo sin ti, no puede ser más de lo que doy para sentirme como un residuo de memoria humana. Lo único claro de todo esto es lo que nos adhiere al hecho de ser hijos del barro, para poder saber de nuestra alma y porque refulge a través de la piel  el ardor de la sangre. Cuando veas las violetas en el campo, por favor, dales una caricia  y sabrás también que yo sonreía mientras te miraba. 




Elisa
Fue escrito en una primavera del 2011

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¡Gracias por tu visita! Se sincero siempre no necesitas para ello excederte, sólo estimular a quien lo hace bien. Juzga la labor tanto si es escrita como si es un dibujo o pintura de su autora si la hubiese. Muchas veces entramos a un sitio y no hallamos lo que queremos... Es como quien busca sin suerte y entra en un castillo cuya figura se yergue en el paisaje. Es hermoso ver e imaginar detrás de sus muros lo que hay; pero ya dentro no existe nada y todo ha desaparecido a través del tiempo y se adueña el cacío, están sólo sus muros llenos de tristeza y de sombras, entonces nos queda la imaginación para sentir que cada día mientras esté de pie la luz solar o el firmamento lo llenará de estrellas o de luna de su ayer. A veces somos así algunos seres humanos, como un recuerdo que se escapa dentro de nosotros hacia lo que no existe bajo su techo y sabe permanecer en el corazón de todo universo. Ranita.